El
proceso de la psicoterapia, entre
otras cosas, facilitará la expresión de los sentimientos, pues estos por lo
general no se expresan de un modo directo y aparecen en forma de símbolos a
través de las actitudes, mismas que habrá de comprender y traducir para poder
modificar la conducta. La apreciación racional de la propia conducta y las
fuentes que la motivan ayudarán a esta modificación. Se promoverá la búsqueda
de equilibrio entre el pensar y el sentir. Lograr la propia confianza es la
tarea primera y básica del desarrollo de la identidad. Lograr un “YO” fuerte,
ordenado, unificado y mediador es uno de los objetivos principales, así como el
control de los instintos y el logro de un pensamiento realista.
La
toma de conciencia de sí mismo, el “
darse cuenta”,
ayuda a que las personas presten atención y permite que reconozcan el modo en
que sus formas habituales de pensamiento matizan sus experiencias, limitan sus
posibilidades y restringen sus formas de ser positivos, nutritivos y creativos.
El
paciente que se presta atención a sí mismo reporta en voz alta lo que le
acontece, el
terapeuta le ayuda a
ser honesto consigo mismo, a reconocer sus propias heridas para poder sanarlas
y a finalizar sus asuntos inconclusos, poco a poco se irá haciendo cargo,
aprenderá a responsabilizarse de todo cuanto le acontece. Al ser responsable de lo que le acontece,
también dejará de estar en conflicto con los que los rodean o con el
"mundo", ya que deja el rol de victimización y tiene un papel activo
en la propia creación de su realidad.